Las erupciones de estos colosos no son eventos nuevos, la historia de nuestro país tiene registros de estos fenómenos desde hace siglos. Es por eso que la población está acostumbrada y ha aprendido a convivir con los volcanes.
Un ejemplo de ello es Quito, capital del Ecuador, una ciudad de un millón y medio de habitantes que se encuentra emplazada en las faldas del Pichincha, un volcán de actividad constante. Hace algunos años este volcán emitió grandes cantidades de ceniza que cayó en la ciudad. Lo mismo sucedió hace algunas semanas con la ceniza de otro volcán ubicado a más de 95 kilómetros de distancia de Quito, el Reventador.
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